La vida de los músicos siempre fascina, y sus biopics suelen tener una ruta marcada. El reto es cómo contar una vida extraordinaria, reflejarla con honestidad y responder a las expectativas del público. Ya lo hemos visto muchas veces; últimamente han retomado la popularidad: Bohemian Rhapsody (2018), Rocketman (2019), Elvis (2022), por nombrar algunas. En biografías, la mirada define el mapa de la vida que veremos.
Del género, mi favorita y de la que siempre menciono es I’m Not There (2007), la biografía de Bob Dylan de Todd Haynes, que entendió la complejidad de retratar a un personaje cambiante: cada etapa es casi otra persona, por eso no podía interpretarla el mismo actor. Y está el caso de Pablo Larraín, que ha trazado rutas muy interesantes con su trilogía: Jackie (2016), Spencer (2021) y María (2024), que elige contar un fragmento para iluminar el todo. La gran cuestión es definir qué etapa. En Deliver Me from Nowhere se elige 1982, la realización del álbum Nebraska de Bruce Springsteen, bajo la dirección de Scott Cooper (Black Mass, Crazy Heart).

Luego, la paradoja de interpretar a una persona real: ¿tiene que parecerse físicamente o no? El conflicto entre mimetización y reimaginación. Dependerá del personaje. El parecido nace de muchas capas, no solo lo físico. Aquí, Jeremy Allen White (The Bear) asume un riesgo por las expectativas que generan estas películas y el peso del papel. Springsteen es un personaje complicado. White incorpora a Springsteen capturando la esencia en sus manerismos, usando su propia voz, logrando así una verosimilitud notable, una interpretación digna de reconocimiento.

He de confesar que no soy especialista en su obra: conozco lo popular, pero más allá no tenía base. La película me sorprendió para bien. Es la historia del artista contada de forma distinta. Uno asume que una biografía musical debe desbordar música, pero aquí, aunque estamos en el proceso de un álbum, lo esencial es otra cosa: el proceso.
Era importante conocer a Springsteen en esta etapa: llega con un gran peso familiar y emocional. Lamentablemente, Cooper recurre al flashback de manera reiterativa para abordar el conflicto con el padre —la figura del proveedor, el niño que mira a su padre para imitarlo… y un padre distante y silente. Este es el eterno problema mamá–papá, mientras él está abrumado por la fama y por un futuro que quizá no quiere asimilar.
Springsteen no habla mucho; tiene una ética de trabajo rigurosa. Me vi frente a una arqueología analógica: casetes, cuaderno y lápiz. Viene de tocar en bares y públicos pequeños; la fama lo sorprende y no sabe lidiar con tanta atención. Es tímido, le cuesta ser el centro. En un performer también habitan contradicciones: un hombre de entorno reducido, que lo entiende; muy lejos del rockstar autodestructivo. No lo vemos bebiendo sin control ni hundido en sustancias. Protege su música: cómo la hace, qué quiere decir con ella. No se entrega a concesiones, bien pueste tiene el apodo del “Jefe”; habrá cedido cosas, pero resguarda la esencia de su arte. Dice poco, lo dice todo en canciones.

Jeremy Strong interpreta a su mánager, Jon Landau. Otra rareza respecto al tópico: solemos ver al mánager como explotador. Aquí, en cambio, importa la persona y su bienestar; si no está bien, no crea, y su prioridad es Bruce. La dinámica entre ambos es de entendimiento: un artista con dificultades para comunicarse y un mánager que sabe torear el talento sin gritos ni manipulaciones. Su trabajo es hacer que el disco salga… pero como el artista lo necesita.
Esto desmonta clichés: también hay gente buena en esa industria; el entorno importa. Quienes nos rodean pesan en lo que hacemos y cómo vivimos. Un rockstar que no se descarrila porque su entorno sabe decir “hasta aquí” y él acepta ayuda. Así se entiende al Bruce de hoy a partir de ese álbum del 82 y lo que vino después: la explosión de Born in the U.S.A.
Si la expectativa es el rock ’n’ roll estruendoso, la película ofrece la rara y valiosa intimidad de una habitación con un grabador de cuatro pistas. Al igual que Nebraska fue un giro audaz para Springsteen, Deliver Me from Nowhere es un giro necesario en el género de la biopic. En lugar de explicar al personaje, lo deja escribir y sufrir. Es un recordatorio audaz de que la verdadera rebeldía del artista a veces no está en el rugido, sino en el valor de aceptar ayuda y resguardar la esencia de su arte.
FICHA TÉCNICA
Dirección y guion: Scott Cooper (basada en el libro Deliver Me from Nowhere de Warren Zanes).
Productores: Scott Cooper, Ellen Goldsmith-Vein, Eric Robinson, Scott Stuber Fotografía: Masanobu Takayanagi.
Montaje: Pamela Martin.
Música original: Jeremiah Fraites.
Diseño de producción: Stefania Cella.
Reparto principal: Jeremy Allen White (Bruce Springsteen), Jeremy Strong (Jon Landau), Paul Walter Hauser, Stephen Graham, Odessa Young, Gaby Hoffmann, David Krumholtz, Marc Maron, Johnny Cannizzaro.
Sinopsis (oficial breve): Crónica del proceso creativo del álbum Nebraska (1982), grabado en una cuatro pistas y enmarcado en un momento íntimo y decisivo de la vida de Springsteen.

Productora y conductora del podcast Cinependiente RD.
Miembro fundador de ADOPRESCI.
Dahiana Acosta, forma parte del Colectivo Artístico Cinependiente desde el año 2015, ha sido la productora y editora del programa radial Cineasta Radio (2017-2021) y ahora, del Podcast Cinependiente y editora de su página web. Desde el 2019, es miembro de la ASOCIACIÓN DOMINICANA DE PRENSA y CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA, ADOPRESCI y actualmente es su presidente. Además, coordina junto a Cinemateca Dominicana la programación del Cinefórums que modera ADOPRESCI y participa en el programa radial “12 y 2”, en su segmento de cine de cada jueves. También, ha sido Jurado de la Semana + Corta, Festival Internacional de Cine LGBT+, Santo Domingo OutFest, Festival de Cine Fine Arts,entre otros y ha dado cobertura a los festivales internacionales: Miami Film Festival y New York Film Festival.
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