Análisis Fotográfico: Navia, Cuenca en la Mirada

Jota Barros

Cuando se trata de Fotografía y fotógrafos todos tenemos nuestras debilidades. Por ejemplo, si nos limitamos al panorama nacional contemporáneo yo no puedo ocultar mi admiración por dos autores que, ahora que lo pienso, difícilmente podrían ser más distintos: Cristóbal Hara (a quien ya dediqué una entrada extensa en el blog) y José Manuel Navia.

Hoy te traigo una imagen del segundo que seguramente te recuerde a una captura mítica de otro de mis favoritos, Josef Koudelka. Pero hablaremos de eso más adelante.

Esta fotografía fue tomada en Cuenca entre los años 2009 y 2010, forma parte de la aportación de Navia a la colección Cuenca en la Mirada, a la que también han contribuido autores tan importantes como Isabel Muñoz, Jean Marie del Moral, Juan Manuel Díaz Burgos y Castro Prieto. Vale la pena echar un vistazo a esta página para conocer el resto de trabajos.

La imagen

El perro del primer plano es protagonista absoluto. Tan negro, recortado contra la nieve que lo rodea y enmarcado entre los raíles, atrae por completo nuestra atención.

El momento en el que se ha pulsado el botón de disparo tiene una importancia enorme. En esa fracción de segundo la postura del animal habla a las claras de temor: el rabo entre las piernas, la cabeza y las orejas gachas y esos ojos de miedo dirigidos a cámara mientras se aleja de Navia (y de nosotros).

Es prácticamente imposible contemplar esta foto de Navia sin que venga a nuestra mente la famosa imagen del perro en Parc de Sceaux de Josef Koudelka (1987).

Aunque la postura de los dos animales es similar y ambos ocupan el primer plano, diría que las sensaciones que transmite cada imagen son completamente diferentes.

El perro de Koudelka, con las orejas erguidas, los ojos ocultos en medio de una cabeza completamente negra y ese movimiento con las piernas flexionadas y el lomo bajo es todo lo contrario a un animal asustado. A decir verdad siempre me ha dado un poco de miedo.

Volvamos a la foto de Navia.

El galgo ocupa el lugar más próximo a la cámara y el resto de elementos se colocan en planos diferentes.

De esa forma, al ir pasando de uno a otro avanzamos hacia el interior de la fotografía, lo que hace que el espacio se haga presente.

Así el propio paisaje (sin más presencia que la del perro) gana peso en la imagen. Ya no es solo la foto de un animal, es la de un perro asustado en medio de un lugar vacío, frío e inhóspito.

La disposición de los elementos no es lo único que dirige nuestra vista hacia el fondo de la imagen.

Ahí están las famosas líneas de las que te hablaba el otro día para recoger nuestra mirada y hacerla avanzar hacia dios sabe dónde, sin que nos topemos con nadie hasta que desaparecen en el horizonte.

Y hablando del horizonte, apuesto a que no se te ha escapado que está caído, mucho, hacia la derecha. ¿Te supone un problema? No me lo parece, al contrario, tengo la certeza de que acentúa la atmósfera incómoda de la imagen. Por no mencionar, además, que está inclinado en la dirección en que se mueve el perro.

Si echas un vistazo a la web de Navia vas a encontrarte muchas fotos como esta, en las que el horizonte se inclina sin complejos (tienes un enlace ahí abajo).

En definitiva

Esta foto de Navia habla de mucho más de lo que vemos en ella. El miedo en los ojos del perro y su postura de huida en medio de un paraje frío y desierto, en medio de la nada, sugieren un lugar donde la vida no se antoja fácil.

Tomado de manera integra de Rubixephoto

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