Crítica -Teatro – Mariposas de Acero

Mariposas de Acero es un musical que cuenta la historia de las hermanas Mirabal, Patria, Minerva, María Teresa y Belgica Adela (Dedé), su vida, su lucha y el asedio que sufrieron tanto ellas como sus esposos, Manolo Tavares Justo y Leandro Guzmán, por el tirano, Rafael Leonidas Trujillo Molina, y que culminó en su vil asesinato junto a Rufino Díaz, único valiente que accedió a acompañarlas.

Un dinámico y moderno escenario, acompañado de una banda de música integrada al relato, es el lienzo que permite a nuestra entrañable y cuarta mariposa, Dedé, interpretada magistralmente por Adalgisa Pantaleón, ser la narradora y el hilo conductor de esta tragedia, un rol que asumió toda su vida. El parecido dejo atónito a la audiencia, que por momentos dudaba, si realmente era ella. A mí me pasó.  A través de su majestuosa voz, clamaba por justicia y como bien lo dijo: Una historia que tenía vocación de ser sencilla, se complicó, porque ya el plan estaba trazado.

Acompañamos a las hermanas desde aquella aventura al colegio de monjas de La Vega, hasta su último día, aquel fatídico 25 de noviembre del 1960. Todo esto a ritmo de canciones que resaltan su valía y las dificultades de sobresalir y soñar viviendo en una dictadura, en clave de rap, vehículo perfecto para la temática planteada de denuncia y abusos. Decididamente esto le aporta cadencia y frescura a una historia tan difícil, pero su recurrencia, por momentos dificultaba seguir el dialogo de algunos personajes o en algunos casos, no mantenían el ritmo.

En la interpretación de las hermanas, Minerva por Nashla Bogaert, Patria, por Hony Estrella, María Teresa por Coral Gonzalez, y Dedé – joven – por Diana Ramos, pudimos volver a ver a nuestras muchachas, las que siempre han vivido en el imaginario nacional. El ímpetu de Minerva, la seguridad que representaban Patria y Dedé y la vulnerabilidad e ilusión por el porvenir, reflejado en María Teresa, la de las trenzas. Ellas, siempre rodeadas del entorno familiar, con su madre, en una brillante Ana Rivas como Mama Chea, su padre, Enrique Mirabal, por Benny Perez, el árbol fuerte que las resguardaba, junto a la fiel compañía de Tonó, por Nairoby Duarte.

Los esposos, Manolo Tavares Justo (Nico – Clínico) y Leandro Guzmán, (Alejandro Moss), quienes enfrentaron el calvario de la tortura de la cárcel, destacándose la interpretación de Moss, con una voz versátil que podía demostrar tanto dulzura como dolor.

La maldad es la protagonista y su rostro es el de Trujillo (Frank Ceara), vanidoso y vil, y su diabólica mano derecha, Johnny Abbes (Gnómico), siempre acompañados de sus secuaces, que más que séquito eran guadañas.

Un elenco de lujo, en el que cada quien destacó sus magníficas cualidades vocales e histriónicas, como Ana Rivas, Diana Ramos, Nairoby Duarte y Coral González, otras, dieron cátedras de su veteranía, como Adalgisa Pantaleón, una fantástica Hony Estrella y su reivindicación de Patria, una mujer que sentía orgullo de su entorno y su vocación familiar desmedida. También, Judith Rodríguez, esta última interpretando a Tomasina Cabral, historia viva de esa época, el símbolo de la lucha universitaria, Sagrario Díaz, una monja y una secretaria. Rodríguez puede hacerlo todo y lo hace parecer tan fácil, lo de camaleónica no le cabe ya, debe ser otra cosa. En otros casos, sorprendieron, como Nashla Bogaert saliéndose de su zona de confort perenne de it girl, a la complejidad del registro interpretativo de un huracán llamado Minerva.

Sus creadores, Waddys Jáquez y Pablo García, en un recorrido de casi tres horas, lograron contarnos y conmovernos nuevamente con esta tragedia nacional, una herida que nunca cerró, de una época que nos negamos a superar al permitirle revivir cada día, con nuestras temerarias acciones. Solo nos queda reflexionar sobre esos sacrificios de entrega absoluta del pasado, por el futuro que estamos desperdiciando hoy, en una maltrecha y ruidosa democracia, carcomida por la corrupción y distraída en un metaverso.

Luego del asesinato y ante un público conmovido hasta las lágrimas como como si hubiese sido ese mismo día, esperaba un final más redentorio y esperanzador para esta sociedad moralmente estancada en el desprecio del buen hacer y el indebido proceso, aunque he de reconocer, que, ante tales sacrificios, y en la presencia mágica de Tomasina Cabral en la sala, nos falta mucho para merecerlo. 

Jáquez ha demostrado – una vez más – que en las tablas se encuentra su hábitat natural y desde ahí, con la maestría y el arrojo que le caracteriza, refleja las problemáticas que nos restan dominicanidad.

La obra continua este fin de semana en el Teatro Nacional, del 12 al 14 de agosto y en el Gran Teatro del Cibao, 2 y 3 de septiembre. Más información en Uepa Tickets. La funcion del 11 de agosto fue a beneficio de la Fundación Hermanas Mirabal.

FICHA TÉCNICA

Director General – Productor: Waddys Jáquez.

Director Musical – Productor: Pablo García.

Guion: Waddys Jáquez.

Temas Musicales:  Waddys Jáquez y Pablo García.

Productores Musicales Asociados: Wilson Polanco, Ambiorix Francisco y Frank Ceara.

Producción Ejecutiva: Frank Ceara, Yanira Ferry, Hony Estrella y Pablo García.

Banda Musical: Ernesto “Netico” Nuñez, Gerson Henriquez, Junior Guevara, Brian Paniagua, Eudy Ramirez, Abel de la Rosa y Roque Deschamps.

Voces: Claudia González y Omar Difó.

Actuaciones de: Gnómico, Judith Rodríguez, José Mota, Nico-Clínico, Nashla Bogaert, Hony Estrella, Diana Ramos, Adalgisa Pantaleón, Ana Rivas, Paola Zayas-Bazan, Ivanna Ramírez, Frank Ceara, Pedro Cruz Monty, Jose David Toribio, Walter Ayala, Coral González, Edlin Lara, Benny Carlos Pérez, Nairoby Duarte, Erick Guzmán, Acentoh, Alejandro Moss, Juan Manuel González.

Fotografía: Periódico el Día. De izquierda a derecha Hony Estrella, Nashla Bogaert y Coral González.

Duración: 3HRS con 15 minutos de intermedio.

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