CRÍTICA – 42º MIAMI FILM FESTIVAL – OLIVIA Y LAS NUBES

Hay algo reconfortante en la construcción de imágenes de Olivia y las nubes. En esa técnica de animación artesanal que utiliza para contar una historia que, sin ser necesariamente optimista, se siente cercana, como un refugio temporal. No es una feel-good movie, no pretende serlo, pero hay una calidez trascendental en la manera en que se presenta. Un consuelo que viene de la simpleza y el detalle.

La historia gira en torno a Olivia, interpretada vocalmente por Elsa Núñez, una elección que se siente como un homenaje en sí misma. El relato se construye desde el duelo, desde la forma en que se preserva el cariño por una persona que ya no está. Lo interesante es que la trama no sigue un arco convencional; se siente más episódica, como fragmentos de una memoria que se resiste al olvido. El personaje enfrenta una pérdida y su forma de lidiar con ella se representa a través del cuidado de una planta, un símbolo que se torna casi vital. El acto de cuidar para no olvidar, de sostener lo frágil para no permitir que muera. La metáfora es poderosa y sencilla a la vez.

Ese ejercicio de cuidar, de regresar a la ausencia, le da a la película un sentido de pertenencia emocional. Es en ese acto cotidiano donde se revela el peso de la soledad y, al mismo tiempo, la resistencia a dejarla ganar terreno. Sin embargo, Olivia y las nubes no se detiene únicamente en la nostalgia; está impregnada de un amor que trasciende el tiempo, de vínculos profundamente arraigados que evocan esa cotidianidad dominicana, donde el afecto se expresa en los pequeños gestos y en el cuidado del otro. Según comentó el propio director, la película está dedicada a su abuela, la persona que más amó. Hermoso. Y es en esa sinceridad donde radica buena parte de su fuerza emocional. Las historias paralelas, que en un principio parecen funcionar como meros complementos, terminan por anclar el relato en una realidad que no se permite ignorar. El filme logra un equilibrio entre lo introspectivo y lo universal; lo íntimo se convierte en una reflexión sobre lo difícil que se ha vuelto comunicarse en un mundo bombardeado de imágenes, donde la interconexión parece haber acentuado la soledad en lugar de aliviarla.

Fotograma de Olivia y las nubes, 2024

Las nubes, ese espacio lejano, se transforman en un refugio para Olivia, un lugar donde habita la compañía de alguien que ya no está. Así es como la cinta explora el concepto del duelo, sin melodrama, con una honestidad desarmante. Olivia y las nubes oxígena al cine dominicano, y lo hace desde un lugar inesperado: la animación. Un campo en el que pocas veces se incursiona, y que aquí se convierte en el vehículo perfecto para un relato que apela a la nostalgia y al recuerdo.

En un panorama donde la animación dominicana ha encontrado espacios a través de ejercicios como 3 al rescate, 2011 y Capitán Avispa, 2024—proyectos que apelan a la aventura familiar y a la figura del héroe—, Olivia y las nubes se desmarca con un enfoque profundamente personal. La obra de Pichardo-Espaillat opta por una introspección que se aleja de la épica para abrazar lo íntimo, poniendo el foco en la melancolía, la ausencia y la memoria como hilos conductores de su relato. Esto la sitúa en un espacio particular dentro del cine animado local, apostando por un tipo de sensibilidad que pocas veces se explora.

El proyecto en sí mismo es atípico dentro de la cinematografía local. Viene de la mano de Fernando Santos, productor de Cocote y Sugar Island, y cuenta con un equipo técnico que entiende el valor de la artesanía en un medio tan digitalizado. Incluso se organizó una exposición para recorrer el proceso de construcción de esta historia, un esfuerzo que demuestra la intención de revelar los mecanismos detrás de cada escena, como si el director quisiera invitar al público a entender el esfuerzo detrás de cada trazo.

Esta película tiene la valentía de contar una historia sencilla de manera sincera, sin mayores pretensiones, pero con una riqueza visual que no se permite descuidar. Le recuerda al espectador que, incluso en un contexto cinematográfico pequeño, se pueden contar historias que trascienden si se les pone el cuidado necesario. Olivia y las nubes es un soplo de aire fresco, una prueba de que la animación dominicana tiene el potencial de contar sus propias historias y de hacerlo con una identidad profundamente local.

La película fue reseñada en el 42º Festival de Cine de Miami, presentado por Miami Dade College. Tendrá sus estreno comercial en República Dominicana el proximo 19 de junio de 2025.

FICHA TÉCNICA

·  Título original: Olivia y las nubes​.

·  Director y guionista: Tomás Pichardo-Espaillat.

·  Productores: Amelia del Mar Hernández y Fernando Santos Díaz​.

·  Estudio de producción: Guasábara Cine, Historias de Bibi, Cine Chani​.

·  Diseño de producción: Tomás Pichardo-Espaillat.​

·  Música: Cem Misirlioğlu​

  • Olga Valdez como Olivia​.
  • Héctor Aníbal como Ramón​.
  • Elsa Núñez como Doña Olivia.​
  • Fery Cordero Bello como Mauricio.​
  • Dominique Goris como Bárbara.

·  País: República Dominicana​.

·  Idioma: Español​.

·  Duración: 81 minutos​.

·  Año de estreno: 2024 .

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