Desde sus primeros minutos, Ladrón de Perro plantea una reflexión profunda sobre la necesidad humana de pertenencia. En su núcleo, la película se sostiene sobre una premisa que trasciende el mero acto de sobrevivir: la búsqueda del reconocimiento, ese deseo casi primitivo de saberse parte de algo, de encontrar en el otro una validación que afirme la propia existencia.
La presencia del perro en la trama es un recurso narrativo poderoso; no es solo un acompañante, sino un reflejo de humanidad en un contexto marcado por la exclusión y la indiferencia. El perro, en su lealtad incondicional, es lo que permite a los personajes redimirse, humanizarse, y recordar que, a pesar de las circunstancias, aún queda algo por lo cual aferrarse. Es, en muchos sentidos, un testigo silencioso de la desesperación y la ternura, un vínculo que recuerda lo esencial del afecto en entornos adversos.
La interpretación de Alfredo Castro es, como era de esperarse, impecable. El actor chileno, conocido por su versatilidad, encarna a un personaje que encuentra en el vínculo con el animal un resquicio de humanidad en un entorno que pareciera estar desmoronándose. Castro aporta una sobriedad y una carga emocional que resultan necesarias para sostener un relato que, por momentos, se apoya más en la atmósfera y el gesto que en la acción misma.
La película se convierte, entonces, en una denuncia silenciosa sobre la exclusión social y el vacío burocrático. Hay una escena particularmente contundente en la que un formulario de 15 páginas se convierte en un muro infranqueable para aquellos que buscan resarcir el daño que han sufrido. El Estado se convierte en un ente opresor y distante, incapaz de ofrecer el apoyo que esas comunidades marginadas necesitan.
Visualmente, su director, Vinko Tomičić Salinas, apuesta por un realismo crudo que no se maquilla ante la cámara. Los espacios reflejan esa ausencia de afecto, esa marginalidad que no busca adornos para ser entendida. Las calles, los edificios y las miradas vacías componen un cuadro donde la supervivencia es un acto de resistencia cotidiana.
Ladrón de Perro acierta en su capacidad de mostrar sin romantizar, de narrar sin exagerar. Es un testimonio del desencanto y de la lucha por la pertenencia en un entorno que parece olvidar a los suyos. En ese sentido, la película logra su cometido: incomodar y hacer reflexionar sobre lo que significa realmente ser parte de algo en un mundo que insiste en marginar a los más vulnerables.
La película fue reseñada en el 42º Festival de Cine de Miami, presentado por Miami Dade College.
Ficha Técnica:
- Título original: El ladrón de perros
- Título internacional: The Dog Thief
- Director y guionista: Vinko Tomičić Salinas
- Productores: Álvaro Manzano Zambrana, Gabriela Maire, Edher Campos, Vinko Tomičić Salinas, Matías de Bourguignon
- Productoras: Color Monster, Zafiro Cinema, Calamar Cine
- Director de fotografía: Sergio Armstrong
- Diseño de producción y vestuario: Valeria Wilde Monasterios
- Montaje: Urzula Barba Höpfner
- Diseño de sonido: Federico Moreira
- Música: Wissam Hojeij
- Reparto principal: Alfredo Castro (Señor Novoa), Franklin Aro (Martín), Teresa Ruiz (Señorita Andrea), María Luque (Gladys), Julio César Altamirano, Ninón Dávalos
- Países: Bolivia, Chile, México, Francia, Ecuador, Italia
- Idioma: Español
- Duración: 90 minutos
- Año de estreno: 2024
Productora y conductora del podcast Cinependiente RD.
Miembro fundador de ADOPRESCI.
Dahiana Acosta, forma parte del Colectivo Artístico Cinependiente desde el año 2015, ha sido la productora y editora del programa radial Cineasta Radio (2017-2021) y ahora, del Podcast CinependienteRD y editora de su página web. Desde el 2021, es la presidente de la ASOCIACIÓN DOMINICANA DE PRENSA y CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA, ADOPRESCI. Coordinadora junto a Cinemateca Dominicana de la programación del cinefórum que modera ADOPRESCI. Jurado de la Semana + Corta, Festival Internacional de Cine LGBT+, Santo Domingo OutFest, Festival de Cine Fine Arts, Minuto del Agua, entre otros.
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