CRÍTICATHE POWER OF THE DOG

Texto Por: Smayle A. Dominguez

Si la aceptación de nuestra sexualidad, en términos de preferencia, género o identidad, es dictada por el constructo social en el que nos reconocemos como colectivo, siempre habrá conflictos. Somos una especie social, que necesita al prójimo para progresar y sentirnos aprobados, y cuando esto no pasa, nos cuestionamos. El límite de cómo esto afecta nuestra percepción, tanto personal o como individuo dentro del grupo, dependerá si estamos dentro del esquema avalado por la mayoría. En tiempos donde estos temas están siendo debatidos y repensados, una película como The power of the dog, permite revisar sutilmente lugares pasados y expone el conflicto de manera muy íntima.

¿Qué pasa si soy rechazado por mis instintos más básicos? ¿En qué me convierto? ¿Cómo puedo encajar?

Jane Campion, en su regreso tras 12 años de ausencia y de la mano de Netflix, entiende la complejidad de estas preguntas, su carga psicológica y crea un mundo que danza alrededor de las mismas a través de una construcción atípica del western clásico. Si bien es una historia coral en la que dota de profundidad a todos sus personajes, el desarrollo de la estructura narrativa y el ritmo se convierten en protagonistas, a partir de esto, se crea una elegante y pausada atmósfera que atrapa desde el principio, reafirmando a la directora como una de las mejores cineastas de su generación y convirtiendo esta película, en una de las mejores apuestas para la temporada de premios del 2021.

El elenco es de primer nivel, liderados por un magnífico Benedict Cumberbatch, quien se encarga de personificar el arquetipo del vaquero, acompañado por Kirsten Dunst, Jesse Plemons y la revelación del año, Kodi Smit-McPhee, completando así, el engranaje principal con quienes Campion crea un ensayo sobre la idea de las familias construidas a partir de la pérdida y el abandono, sus heridas y la forma de relacionarse en el contexto de la inconformidad del apego, los celos y la protección.

Todo esto es aderezado por la música del experimentado Jonny Greenwood, quien trata de salir de lo esperado en el género, mediante una especie de “confusión” musical que se apoya en instrumentos de vientos, cuerdas y pianos sincopados, sumando al espacio que trata de deconstruir el estereotipo cinematográfico planteado. Por igual, la fotografía de Ari Wegner se basa en la preparación de un año de investigación junto a la realizadora, en el que tomaron como referencia, fotografías, documentos y artistas de la época, impregnando una veracidad palpable al encuentro del individuo y la magnitud de su entorno, mientras nos adentramos en la psiquis de los personajes a través de los acercamientos visuales.

Desde la perspectiva de los siempre errantes humanos, en The Power of the dog, Jane Campion ha creado un filme que golpea, en un lento pero esperado knockout, y plantea desde un tono sombrío y a veces fatalista, el concepto de libertad como algo más íntimo, complejo y personal, no como algo que debe ser dictado por nuestros iguales o estar sujeto a crear un impacto colectivo. Que los clichés de aprender a sobrevivir y adaptarse, probablemente toca afrontarlos desde la coraza propia de los traumas, levantarla cuando es necesario, pero fortalecerla siempre con arraigos verdaderos y así, evitar la cacería desde un espacio sano, que quizás conlleve, la ausencia de muchos.

FICHA TÉCNICA

Dirección: Jane Campion.

Guion: Jane Campion, Thomas Savage.

Actuaciones de: Benedict Cumberbatch, Kirsten Dunst, Jesse Plemons y Kodi Smit-McPhee.

Cinematografía: Ari Wegner.

País: Estados Unidos / 2021.

Disponible en Netflix.