CRÍTICA – BOOKSMART

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Beanie Feldstein y Kaitlyn Dever en un fotograma de Booksmart.

John Hughes rediseñó la escuela secundaria estadounidense, creó los estereotipos y el mood de lo que es ser un adolescente norteamericano, en el pequeño Hollywood que este director creó en Chicago. La adolescencia, esa edad incómoda, confusa y turbulenta y de la que todos queremos desesperadamente salir, es en estos momentos el tópico por excelencia en todas partes, y el cine no es la excepción.

El prototipo de adolescente predilecto a representar es aquel que tiene una gran crisis existencial. Usualmente, tiene una familia disfuncional, en la que lucha por sobrevivir y en casi todas las veces, sucumbe a los vicios, a la oscuridad, eso sí, siempre elige el mal (inserte cortina de humo). También, están los que se debaten en el descubrimiento sexual, no la compulsión mastubatoria o la necesidad de medirse o compararse, no, algo más allá, profundo  y complicadísimo, o, aquellos que luchan por las causas verdaderamente importantes y hacer del mundo un lugar mejor. Qué pereza.

En Booksmart, Olivia Wilde pasa de eso y redirecciona la adolescencia a su estado natural. A esa incomodidad, a la amistad, a la complicidad, al “estoy listo para salir de esta vaina” y sobre todo, reconoce la importancia de disfrutar el camino, que las etapas hay que agotarlas, aun sea tu elección de no hacerlo, vivirlo es la parte más importante del proceso y no hay que tomarse la vida tan en serio, tan pronto.

Buen inicio para Wilde en su estreno como directora, dice mucho de lo que quiere hacer y cambiar en la forma de contar las historias.

FICHA TÉCNICA:

Dirección: Olivia Wilde.

Guión: Emily Halpern y Sarah Haskins.

Actuaciones: Kaitly Dever, Beanie Feldstein, Jason Sudeikis, Lisa Kudrow.

Año: 2019. Estados Unidos de Norteamerica.

Duración: 1H 42Minutos.

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