Carajita es una película sobre nuestras diferencias y los contrastes con los que convivimos en esta caótica realidad insular. En una familia de clase alta dominicana, compuesta por el matrimonio del siempre ocupado, Don Pedro de Moya (Richard Douglas) y su esposa, Laura de Moya (Clara Luz Lozano), desde hace mucho tiempo trabaja Yarisa (Magnolia Nuñez), quien se encarga de las labores domésticas y de cuidar los muchachos, Sarah (Cecile van Welie) y Álvaro (Javier Hermida).
Carajita/os es un término utilizado por los dominicanos para referirse a los niños, dependerá del momento si se trata de afectos o reproches.
La historia se centra en la relación entre Yarisa (Magnolia Nuñez) y Sarah (Cecile van Welie), un vínculo que se ha creado fuera de lo biológico y a través del cual ambas pretenden completar sus vacíos.
Yarisa, una mujer que sale de su pueblo, su vida y sus carencias para buscar una opción mejor. Detrás de su mirada distante y que solo se enfoca en los momentos en los que comparte con Sarah, se aprecian las ausencias y el peso de sus decisiones. En ella se conjugan las contradicciones que aborda esta película. Ha dejado su familia para cuidar de otra, entrega a esos muchachos, especialmente a Sarah, todo el cuidado y atención que no puede ofrecerle a su carajita. El dilema del cuidador en todas sus vertientes.
Los muchachos, han crecido en un ambiente estable, sin problemas y rodeados de la seguridad que les otorga la estabilidad económica. De ahí que, Sarah, se sienta merecedora de todo y da por sentado que todo para ella estará bien y nada podría pasarle. Álvaro, tan perdido como el hijo de Lindberg trata de mantenerse a flote en el caos interno que le consume.
La familia se traslada a su casa de playa, en la que estará ofreciendo una gran fiesta que contará con la presencia de un importante político con el que pretenden reconstruir los puentes caídos de su estabilidad financiera. Mientras esto sucede, Yarisa se reencuentra, muy a su pesar, con su hija Mallory. A partir de ahí comienzan los desencuentros en este filme y los contrastes se hacen más evidentes.
Inicialmente, la dinámica de empleado / empleador y el lugar que ocupa el segundo en la jerarquía familiar, que luego de tantos años de “servicio”, se vuelven “parte” de la familia, eso también con sus limitaciones. El transcurrir de la vida de una familia acomodada que aun con algo de calidez y simpatía, mira siempre desde arriba a su alrededor.
Mallory, la hija de Yarisa es el agente catalizador de la historia, quien irónicamente con su desaparición expone todos los problemas. Ella es el recuerdo de un pasado que entorpece su presente, aunque para ella poco importa, lo que quiere es estar con su mamá.
Es en el hogar de Yarisa que sus directores, Silvina Schnicer y Ulises Porra, han reflejado señales de nuestra identidad. En su prima, la voz del reclamo y la denuncia de algo tan evidente para los que quieren ver. En el cántico del rezo, el lamento por alguien que ya no volverá, muy usual en nuestros campos. La cabra o el chivo, el presagio de que todo lo cambiará. Solo la culpa sobrevivirá.
En esta película, el sonido es en sí mismo un personaje protagónico, el mar y sus olas, el susurro del monte y el cantar de los grillos acompañan la narrativa del suspenso, muy a lo Lucrecia Martell. La sensación de que algo malo va a pasar esta siempre muy presente. Ni que decir de la fotografía de Sergio Armstrong e Iván Gierasinchuk, que lograron reflejarnos y a nuestro entorno.
Carajita es un ensayo etnográfico de nuestras particularidades, visto desde la acera del frente por sus directores, Silvina Schnicer y Ulises Porra, sin exotismos ni pornomiseria, en colaboración del magnífico guion junto a Ulla Prida y las excelentes interpretaciones de sus protagonistas, Magnolia Núñez, Cecile Van Welie y Génesis Buret.
Lograron mostrar al dominicano en su hábitat natural, comprometido y familiar a pesar de las diferencias y necesidades, quien recurre al ruido cuando no puede tolerar sus silencios, a los que siempre llena de bachata y ron.
La Carajita puso la vara muy alta para el cine dominicano, al que cada vez menos, le luce mostrar trabajos menores y que con trabajos como este se encamina a la construcción de su propia identidad.
FICHA TÉCNICA
Dirección: Silvina Schnicer y Ulises Porra.
Guion: Ulla Prida y Ulises Porra.
Actuaciones de: Magnolia Nuñez, Cecile Van Welie, Richard Douglas, Genesis Buret, Mario Cersósimo, Yuberbi de la Rosa, Javier Hermida, Clara Luz Lozano, Adelanny Padilla, Dimitri Rivera, Eduardo Martinez Sturla y Marcella Acuña Baez.
Cinematografía: Sergio Armstrong e Iván Gierasinchuk.
Edición: Ulises Porra.
Producida por: Alexandra Guerrero, Ulla Prida y Federico Eibuzyc.
País: República Dominicana, 2021.
Duración: 1hora 26 minutos.
Foto: Google.
Productora y conductora del podcast Cinependiente RD.
Miembro fundador de ADOPRESCI.
Dahiana Acosta, forma parte del Colectivo Artístico Cinependiente desde el año 2015, ha sido la productora y editora del programa radial Cineasta Radio (2017-2021) y ahora, del Podcast CinependienteRD y editora de su página web. Desde el 2021, es la presidente de la ASOCIACIÓN DOMINICANA DE PRENSA y CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA, ADOPRESCI. Coordinadora junto a Cinemateca Dominicana de la programación del cinefórum que modera ADOPRESCI. Jurado de la Semana + Corta, Festival Internacional de Cine LGBT+, Santo Domingo OutFest, Festival de Cine Fine Arts, Minuto del Agua, entre otros.
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