crítica – teatro- La Monstrua: El precio de ser diferente

SABRINA GÓMEZ EN LA MONSTRUA. FOTO DE KAROLINE BECKER.

Era mi primera vez viendo a Sabrina Gómez en teatro, aunque siempre he seguido su trabajo. Ella, a lo largo de toda su carrera siempre ha defendido la autenticidad, con un alto sentido del “qué me importa a mí”, y reconocido la importancia de ser uno mismo en un país donde la hipocresía y el juicio social suelen dictar las normas del comportamiento. Esa autenticidad que ella reivindica fue precisamente lo que me atrajo de esta obra. La Monstrua tenía un título y una estética publicitaria que anticipaban un impacto, pero, como suelo hacer, fui sin expectativas, con la simple curiosidad de ver qué tenía que decir.

Lo que encontré en la Sala Ravelo, fue una puesta en escena austera pero contundente. Un escenario donde el uso de la luz adquiría una carga emocional inmensa, marcando los cambios en el discurso de un personaje que, desde el primer momento, se nos presenta en un contexto de opresión. Sabrina Gómez, con un vestuario que evoca otra época, construye una presencia escénica imponente. Su interpretación es un ejercicio de entrega absoluta. Actuar sola en escena ya es un reto, pero sostener un monólogo tan visceral, cargado de gritos, llanto y desesperación, es una fatalidad.

Desde el inicio, la obra te atrapa con una imagen brutal: una mujer arrastrada por una correa al cuello, como si fuera un animal, por alguien que se asume como su amo, el que tiene el control. A partir de ahí, se desata un torrente de emociones, de reclamos, de dolor acumulado. Su personaje es una mujer que ha sido explotada, maltratada y humillada hasta convertirla en espectáculo. Su historia evoca la de Julia Pastrana, la mujer barbuda de Sinaloa, exhibida como una atracción de circo en el siglo XIX, pero su discurso se siente dolorosamente actual.

SABRINA GÓMEZ EN ESCENA. FOTOS: KENDRY RIVERA.

Uno de los recursos más poderosos de la puesta en escena es el color rojo. Es omnipresente, como una advertencia, como un presagio. Rojo de sangre, de peligro, de violencia, de muerte. Y ese rojo prepara al espectador para la tensión constante en la que la obra se desarrolla.

Una mujer marcada por su apariencia, por la diferencia, llena de ausencias. Un ser humano convertido en mercancía, generando ingresos para todos menos para sí misma. Pero más allá del contexto histórico, La Monstrua es un reflejo de la brutalidad con la que la sociedad castiga a quienes no encajan en el molde.

Aunque pueda parecer que estamos ante un relato de otra época, lo que este personaje grita en escena no está lejos de lo que viven muchas mujeres hoy. La obra resuena con esa idea de que cualquier mujer que se salga del canon establecido es señalada, ridiculizada, violentada. Es un recordatorio de que, aunque nos jactemos de ser modernos y progresistas, seguimos viviendo en un mundo que censura, que discrimina, que juzga con saña. Que se inmola en cada viralidad.

El monólogo es devastador. Gómez lo habita con una intensidad física y emocional impactante. Se arrastra, grita, reclama, se rompe en pedazos ante nuestros ojos. Y todo en apenas unos minutos que parecen una eternidad. Porque La Monstrua no podía durar más. Nadie podría sostener esa intensidad por dos horas. Nadie saldría indemne de una experiencia así.

La reacción del público fue una confirmación del peso de la obra. Primero, la butaca por momentos se volvió más pequeña, luego, risas nerviosas, como la de quien no sabe cómo procesar lo que está viendo.

Luego, el silencio. Un silencio absoluto, profundo. Un silencio de esos que solo el teatro puede provocar cuando te deja sin palabras y así inicia el proceso de desfragmentar lo que has visto.

Porque La Monstrua no es solo un relato sobre discriminación, sino sobre la violencia de ser diferente. Sobre cómo la sociedad devora a los que no se ajustan, cómo obliga a la gente a traicionarse para encajar. Y el precio de no hacerlo.

Carlos Espinal, como director, tomó una decisión perfecta al elegir a Sabrina Gómez para este papel. Su actuación no solo es trascendente, poderosa, sino que transmite una autenticidad que hace que la historia duela el doble. Este es un trabajo inmenso, complejo y doloroso, y ella lo lleva con una valentía arrolladora.

Un monólogo poderoso. Un espectáculo que no deja indiferente. Una obra necesaria.

Ficha Técnica:

  • Título: La Monstrua: Lamentaciones de la Mujer Barbuda
  • Protagonista: Sabrina Gómez
  • Dramaturgia y Dirección: Carlos Espinal
  • Producción General: Marcos Malespín
  • Música: Dante Cucurullo
  • Producción: Primera Memoria Producciones
  • Participación Especial: Miguel Lendor (Papachín)
  • Lugar de Presentación: Sala Ravelo, Teatro Nacional Eduardo Brito
  • Fecha de Estreno: 20 de febrero de 2025.
  • Redes sociales: @lamonstruard.
  • Fotos: KAROLINE BECKER y Kendry Rivera.

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