Crítica – El Blanco

En un lugar inhóspito, del que se presume es un campo de República Dominicana, transcurre la historia de Génesis (Judith Rodríguez), quien es servida para casarse con Sandro, el Blanco (Ettore D’Alessandro), ella, entendiendo que escapa y el, feliz con su nueva presa. En medio de todo, llega Mariela (Karina Valdez) a desencadenar tempestades. De la mujer y su condena, de esto va El Blanco.

La mujer es el centro del relato, en su calidad de esposa, hija o hermana, debe responder a una manera de ser, una forma de ejercer la vida atenta a lo que dicta el otro.  Sobre cumplir los roles establecidos en un patriarcado hostil y perenne. El padre, Rafael, (Gerardo Mercedes) representa en sí mismo el opresor, el dictador de reglas, el que pone la música que se baila en una pista de espinas, los une más el maltrato que la sangre.

Génesis, el comienzo de un ciclo que no tendrá fin. Ella es producto de un entorno agreste, en el que es un objeto a conveniencia, que limpia, cocina y del que puede servirse el hombre cuantas veces lo entienda, porque él es el dueño del cansancio del día y a él, las mejores atenciones. Su cuerpo es moneda de curso legal, así se lo han hecho entender, por tanto, se ofrece al mejor postor de la comarca, en una búsqueda desesperada de una libertad soñada. Cerrado el trato, entiende que empieza un nuevo camino, sin saber, que por lo menos en esta vida, libre solo le tocará ver el viento que roza la ventana. Rodeada de una ruidosa soledad, con un cuerpo que se niega a parir, presa del reclamo que ni pa’ eso sirve.  Ante el abuso, ¿qué le queda? ¿Huir? ¿Adonde? Siempre regresa a los mismos problemas, en una rutina extenuante, sin esperanza ni fin.

Mariela, la hermana descarriada, carga con ella su propio infierno. Otra que entendió que el cuerpo le sirve de intercambio. Ella, el agente del caos que viene a alborotar los silencios y acrecentar las distancias. Ha crecido creyendo que su hermana es su rival, así le enseñaron. Una villana de novela, con su propia historia rota y su príncipe caído en desgracia. Una delicia para la sufrición.  

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Esta película es un reflejo de una situación real, nos consta que, en cualquier contexto, estamos bien jodidas y sin salida, porque los que tienen la puerta condicionan el pase. El director, Alejandro Andújar, expone la situación de la mujer en clave telenovelesca. Una dama en peligro que entiende, frente al villano cruel, que la venganza es lo único que podría redimirla del sufrimiento. Es una narrativa que para nosotros es conocida, por lo tanto, se nos facilita asimilar la situación que plantea. La reiterativa crueldad en la que Génesis se encuentra, no es más que un resumen ejecutivo de la crónica roja de nuestros noticiarios. Tan cotidiano que produce indiferencia.

Lo que nos pasa no se reduce a simples números, es una situación que hemos permitido por generaciones, que nos ven como algo que les pertenece y que su ego enaltecido por los polvos azules compactados, no les permite reconocer y aceptar el rechazo. Entienden, los cobardes, cuando no pueden matarnos, que les queda mandar a desfigurarnos. He aquí una denuncia. Otra que está atrapada y olvidada por una sociedad que le exige y le juzga con la vara más larga, en un sistema que no funciona, mientras que Themis, pobre y ciega, la manda a llevarle la cita a su verdugo. No merecemos justicia, porque eso sería reconocer que esta sociedad entiende que valemos algo.

No es una película perfecta, trae consigo algunos fallos que llaman la atención para el espectador consciente, como, por ejemplo, los cambios de acentos del personaje de Génesis, y especialmente, la referencia con la canción Sabor a mí. Esta canción apela a un sentimiento de añoranza de algo que se quiso mucho y se perdió. Las mujeres de esta historia desconocen eso, están atrapadas en una condena de odio y horror, del que desesperadamente quieren escapar y eso nunca lo van a extrañar. Más que un sabor, es una cicatriz.

Esta es una evolución para el cine de Andújar, en el que nuevamente podemos disfrutar de sus descansos y silencios, al igual que en El hombre que cuida, 2017, aunque en El Blanco, es evidente que el aspecto visual tiene un peso importante en su historia, algo bastante marcado en las recientes películas dominicanas. Hemos podido ver a los directores perderse en ese afán estético y descuidar un poco el fondo, que, en historias como estas, les resta alma. Eso sí, en cuanto a las actuaciones, Judith Rodríguez y Karina Valdez se enfrentan en pantalla en un duelo de titanes. Greña contra greña, en un despliegue de los mejores insumos que se han sumado del teatro a nuestro cine. La crème de la crème. La cámara las ama, eso no se compra en parte y Andújar saca provecho de eso en todo el metraje, del que no puedes despegarte, cual accidente de tránsito. Trágico y fascinante a la vez. Génesis se merece un nuevo comienzo, pero no es así, la vida no se lo permitirá, le tocará en la otra, siempre y cuando no sea una mujer.

FICHA TÉCNICA

Dirección y guion: Alejandro Andújar.

Actuaciones de: Judith Rodríguez, Ettore D’Alessandro, Karina Valdez, Gerardo Mercedes, Alberto Samboy, Alexis Luciano.

País: República Dominicana, 2021.

 Duración: 102min.

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