London Bridge is down: ¡Dios salve al Mito!

Texto por: Edwin Cruz (@edwincruzcine)

De la reina Isabel II no hablaré, puesto que, salvo Sex Pistols, The Clash o algún iluminado Morrisey con The Smiths, todo en lo que la detractes será usado en tu contra. Puede ser el más incendiario de los Karmas. Papparazis y The Sun incluidos. Prefiero signarme al orden simbólico que represente. El mito  para justificar el cada vez más anacrónico sistema monárquico. Ese mito que constituye una de las más grandes atracciones turísticas de Inglaterra, siendo entonces la reina Isabel II la película más taquillera de la imagen inglesa que dominó el box Office por más de 70 años.

Un mito al estilo The Dark Knight, 2008, cuando Batman y el Comisionado Gordon eligen la cara heroica de Harvey Dent para lavar sus culpas. Por el bien de Ciudad Gótica. O si venimos a suelo patrio, la construcción del Juan Pablo Duarte alado e inalcanzable, fábula construida en pleno apogeo de la dictadura de Lilís, de acuerdo al texto imprescindible “Los espejos de Duarte” del filósofo y sacerdote jesuita, Pablo Mella.

Más allá de los episodios controversiales de la serie de Netflix, The Crown, o películas como The Queen, 2006, con la galardonada Helen Mirren, la mayoría de estos ejercicios basados en la realeza, siempre se decantarán por justificar la necesidad de preservar este sistema que desde su concepción resulta ignominioso, absurdo y que duele como esa terrible agonía del monarca francés que dirigió Albert Serra en La Muerte de Luis XIV. Para bajar de la clase VIP a su majestad, prefiero el humor, y el humor es Monty Python.

El inolvidable sexteto lo hizo en la propia BBC, en la segunda temporada de Monty Python\’s Flying Circus. John Cleese, uno de los integrantes, anunció que la reina sintonizaría el programa, aunque no sabían exactamente a qué hora. Por el resto del programa, los chistes recurrentes sobre su majestad fueron decreto imperial. 

No hay constancia de que la reina Isabel II haya visto el programa pero de hacerlo, pudo constatar cómo unos mineros blasfeman y discuten sobre el tratado de Utrecht, documento en el que hace más de 300 años España le entregó El Peñón de Gibraltar a Reino Unido por tiempo indefinido; otro sketch consta de personajes que solo pueden repetir la segunda sílaba de una palabra; unos médicos que practicaban unos controversiales  métodos a sus pacientes y que incluían bromas sobre el canibalismo. Rutinas insistentes en cocinar e ingerir seres humanos, que provocaron la ira del público asistente a la grabación, quienes invadían el set dispuestos a lincharlos. De repente, suena el himno God Save The Queen  y toda la horda antes dispuesta a todo, ahora mostraba un sumiso respeto, mientras los créditos subían.

Salvados por la Reina. Salvados por un mito.

A nosotros, nos salvará el santo Duarte, cuando derrotemos a los innombrables.

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