Texto por: Edwin Cruz
Detrás de los grandes, perfectos ojos azules blues de Amy Adams se revela un carácter depredador, con la culpa de cargar su naturaleza. Motivo perfecto para una sincopada, neonoirista orquestación del director Tom Ford. Jake Gyllenhaal junto a ella carga una culpa, pero recorre caminos contrarios, pues busca redimirse mediante las letras, y como bien sabemos, las letras redimen hasta a un Coelho. Paleta de colores opacos que sólo se abren a cierta calidez que mueren bajo el dolor remitente a Caravaggio. Historia de gente poderosa que prefiere la noche. El gran diseñador Tom Ford conoce al dedillo este mundo, y siento que ha encontrado en el cine su gran acto de reluctancia. Bravo por él; gratificante para la cinefilia.
Cinependiente... 