Hemos regresado a La Sinfónica, y La Sinfónica ha regresado a nosotros.
Hemos regresado a La Sinfónica, en un teatro que nos esperaba a todos, regio y organizado, y le correspondimos llenando la casa, nuestra casa. No dejábamos de mirarnos, unos a los otros, escondiendo la felicidad detrás de la mascarilla, impacientes todos por la liturgia del himno para iniciar, del concertino afinando la orquesta, y del felino caminar en la entrada del Director.
No hubo discurso, ni palabras, ni hubo fantochería, y tampoco presentaciones. Solo un concierto, en la complejidad de su simpleza, con la música como protagonista, tal y como está llamado a ser.
Hemos regresado a La Sinfónica, y los músicos, que eran los mismos, no eran las mismas personas. Una orquesta al menos diez años más madura que la última vez que les escuché tocar, hace dos años. Más confiada. Más certera. Ahora, con distanciamiento social. Quienes maridaron perfectamente con la pieza, el Concierto No. 2 para Piano y Orquesta de Brahms, que fue compuesta por el autor entrando a sus cincuenta, y que es ampliamente entendida como un arquetipo de la madurez musical.
El éxtasis secuestró la velada en la conmoción y el sentimiento de agradecimiento del privilegio de seguir aquí, vivos un rato más, con el diario lamento quejumbroso, pero con la pasión por el arte intacta. No importaba nada: ni la carencia de vergüenza en la alegría de los aplausos entre movimientos, ni el timbre del teléfono discordante, ni el fotógrafo que distraía a Pompa Baldi a unos errores que solo la Maestra Catana sería capaz de reconocerle. Todo lo que importaba era la vida que se creaba desde las centellas que le sacaba el Maestro del Steinway, y que nos iluminaba los ojos que completaban nuestras caras de bobos.
Tenía que ser Pompa Baldi que, con su vigor y precisión, y quien nos hubo cedido el honor de verle madurar y evolucionar a través de los años, con presentaciones continuas en nuestro patio que le hacen sentir como uno de nosotros, nos devolviera nueva vez la vida.
Hemos regresado a la sinfónica, y todo fue tal y como debía ser, forzándonos a entender este momento de nuestra historia, con una obra que no permite que el solista despliegue los elementos del virtuosismo, obligándole a derretirse con la orquesta, ambos iguales, todos iguales. Todos, absolutamente todos iguales. ¡Qué bonito símil musical!
Hemos regresado a la sinfónica, a una que detrás de las mascarillas, impetuosamente creaba momentos desde las nuevas depresiones, los nuevos traumas y las robadas alegrías, liderada por un Director en gallarda exhibición de su mejor forma, y quien posiblemente se encuentre en el umbral de una etapa de madurez de dirección orquestal completamente desierta de dominicanos.
Hemos regresado a la sinfónica, en una extraña noche rodeada de ausencias, sin Doña Margarita, sin el Maestro De Windt, sin Doña Catana… Hemos regresado nosotros, con la suerte de poder extrañar a nuestros amigos, y de recordar el desbordante orgullo que sentirían si esta noche hubiesen podido escucharla tocar en el lugar en el que fueron felices y siempre se les evocará.
Hemos regresado a la sinfónica, con nuestra trastocada normalidad, revestidos de humanidad.
Sobre la Temporada Sinfónica de Conciertos 2021
El Ministerio de Cultura informó que esta temporada contará con la celebración de cinco conciertos, a realizarse entre los meses agosto y noviembre, dirigidos por los maestros José Antonio Molina; Santy Rodríguez, director asistente de la Orquesta Sinfónica Nacional, y Jaime Morales, como director invitado. Para más información, pueden consultar en la página del Ministerio de Cultura, en este enlace.
Conductor del podcast Cinependiente RD.
Luisjansenp | Cinependienterd | CineastaRadioRD