
Por José Maracallo.
A finales de los 80’s, en plena formación de fila para cantar el himno nacional antes de entrar a clases, un lunes por la mañana, las discusiones entre varones desde 5to. de primaria hasta 6to. de secundaria, giraban en torno a la lucha libre gringa. Hulk Hogan y Randy Savage se habían separado, ahora cada quién debía tomar un lado. Mis algoritmos biológicos, que en ese momento llamaba libre albedrío, decidían por mí. Como siempre, terminé nadando contra corriente, me uní al team Macho Man.
Un tiempo atrás, desde el lío de André el Gigante con Hogan, venía albergando el inoportuno cuestionamiento; » ¿ y si todo es mentira»? Esa era la duda, un efecto secundario de mi paso a la adolescencia, con madurez incluida. Después de un par de años felizmente me las arreglé para retrasar ese triste despertar; claro, con la complicidad de todos en la fila, nadie del grupo osaba atentar contra nuestra realidad colectiva. Esa capacidad que no tiene el gato de la vecina de crear y mantener mitos. No era hora de salir de la cueva.
Seguíamos especulando, reflexionando, teorizando, diseñando tesis sobre los resultados de cada combate, de cada hecho. Para la manada rebelde del 5to. C, Miss Elizabeth fue nuestra primera Yoko Ono, incluso antes de Yoko Ono.
Ese ejercicio de retener la ingenuidad, hasta donde se podía, amén de las preocupaciones de nuestros adultos modernos, temerosos por la apología a la violencia y sus posibles consecuencias en sus niños, no tuvo efectos colaterales nocivos, por lo menos no en el equipo Macho Man. Ahora son buenos recuerdos, nostalgia de una felicidad ignorada en su momento.
Leaving Neverland no desmiente la lucha libre, ni siquiera la menciona. Desmitifica una fantasía que debió romperse al momento de arribar la primera duda, pero no se hizo. Nuestros padres modernos no vieron violencia ni amenaza alguna en ella y muchos siguen pensando que Peter Pan era real. La eterna inocencia de un niño atrapada en el cuerpo, no sólo de un hombre, sino de un Rey todo poderoso. Teníamos la duda, pero volteamos la vista, el poster seguía en la pared de la habitación. Tal vez los dos protagonistas de este documental mientan, quizás por dinero o relevancia. Hace 3 años Sean Lennon, con dinero y suficiente relevancia, rodó un vídeo musical con influencias del expresionismo alemán y con aires psicodélicos. Jackson es el protagonista. Ahí poco se diferencia del pedófilo que denunció Fritz Lang en su Obra Maestra «M». Está la golosina y la M.
La cultura pop es uno de los caballos de Troya que allanan el camino a una cultura universal llamada a uniformar el pensamiento humano para garantizar el consumo a través de la industrialización de íconos reconocibles para todos, tan rentables que facturen hasta la nostalgia. En el camino, sus productos exigen cosas y son complacidos, sin importar qué. Pondré a raya la nostalgia y diré a mis hijas que la lucha libre es un montaje y que Peter Pan no existe, ni nunca lo hará.
FICHA TÉCNICA:
LEAVING NEVERLAND
Dirección: Dan Reed.
Actores: Wade Robson y James Safechuck.
Género: Documental.
País: Estados Unidos de Norteamérica. 2019.
Duración: 236 Minutos.